Mauro Ochoa es guía de pesca y fotógrafo profesional. En sus salidas, con cámara fotográfica y caña en mano, retrata momentos, ambientes y personas inmersas en la naturaleza cruda y brutal de la de Patagonia.
¿Te considerás un guía de pesca que saca fotos o un fotógrafo que le gusta pescar?
Soy las dos cosas al mismo tiempo y depende la situación toma preponderancia uno u otro oficio. Mucha de la fotografía que hago es fotografía de colección o de autor como se la denomina habitualmente. Así es que de algún modo intento separar la fotografía que me sirve para promocionar –en redes sociales y por otros medios– mi actividad como guía de pesca de la fotografía que hago para mí, con la intención de generar material fotográfico que después apunto a exponer o vender. Pero a pesar de que establezco esta división es como que las dos cosas suceden al mismo tiempo y a veces, en medio de una guiada de pesca, se produce una situación o me impacta especialmente el ambiente o el paisaje y produzco imágenes que terminan siendo obra. De hecho muchas de las fotos que expongo o he vendido están tomadas en un contexto en el que estaba guiando a alguien y de repente ocurrió algo inesperado o se dieron determinadas condiciones de luz y terminé haciendo una foto que no fue necesariamente buscada.
No soy un fotógrafo que se caracteriza por ir a buscar la foto, sino que mi fotografía está atravesada por los paisajes, por la naturaleza, porque estoy inmerso en ese contexto. El fotógrafo Diego Mujica –que es mi maestro– siempre dice que uno fotografía como vive. Tu ojo a la hora de fotografiar observa desde la misma forma en que vos estás viviendo. Por eso mi fotografía está muy relacionada con el paisaje de la Patagonia, su vida rural, la pesca en este ámbito, y por Noruega, donde también trabajo como guía de pesca al igual que en la zona de Río Gallegos en Santa Cruz. Entonces naturalmente mi fotografía está atravesada por todos estos lugares además de Bariloche donde vivo buena parte del año.
Al frecuentar diferentes locaciones y trabajar en la naturaleza se desdibujan un poco los límites entre mis oficios de guía y de fotógrafo. Cuando voy a pescar o a realizar una guiada voy a lugares que me parecen atractivos y si las condiciones del día ameritan sin dudas llevo el equipo de fotografía porque imagino que pueden llegar a suceder situaciones o producirse condiciones fotografiables y uno tiene que estar permeable y sensible para registrarlas si ocurren.
¿Cuándo nació tu relación con la fotografía y la naturaleza? ¿Qué surgió primero?
Nací en la provincia de Buenos Aires, en el barrio de Lanús y desde la adolescencia me interesaron las artes visuales. En aquel momento era todavía un incipiente pescador y también por esa época comencé a viajar y a practicar mucho montañismo. Después me dediqué muchos años a caminar por diferentes lugares de la cordillera de los Andes como Bolivia, Perú, Mendoza o Chaltén y una vez afincado en Bariloche me definí más por la pesca y me consolidé en esta actividad hasta que finalmente formalicé el asunto y me convertí en guía profesional, algo que terminó siendo para mí una forma de vida.
¿Cómo se modificó tu mirada desde la primera fotografía que tomaste hasta hoy?
Creo que es muy necesario que la mirada cambie. En lo personal comencé a tomar fotografías de una manera espontánea y amateur porque desde siempre me interesaron mucho las artes visuales. Sin embargo, hubo dos trabajos fotográficos que me rompieron la cabeza y me empujaron en búsqueda de una estética, de un tipo determinado de fotografías. Una es una foto de Diego Ortiz Mujica que está publicada en un libro de retratos en la Patagonia donde –junto a otro colega pescador– recopilaron tomas realizadas durante casi tres años de trabajo. En esa imagen aparecen tres pescadores bajo la lluvia en medio de la intemperie con un rancho de fondo. El registro de ese clima y de la situación en la que se encontraban esos pescadores me rompió la cabeza. Y antes de eso me impactó mucho el libro Workers de Sebastião Salgado, un trabajo que sin dudas me llevó a trabajar con el blanco y negro y me hizo profundizar en una búsqueda estética particular. También en el transcurso del tiempo fui entrando en contacto con otros colegas y todos ellos me fueron influenciando de alguna manera.
Poder tener una educación fotográfica más formal, sobre todo en la escuela de Diego Mujica, fue otro de los factores que modificó mi mirada tanto estética como técnicamente. Sin duda ambos aspectos son importantes porque, si bien uno puede tener cierta sensibilidad en relación a cualquier arte visual, para poder ver, entender y recortar parte de lo que vemos a través del lente de una cámara son importantes las cuestiones técnicas.
La técnica nos permite que nuestra mirada sea mucho más plástica y nos brinda herramientas para poder mostrar de diferentes maneras lo que te está pasando delante de los ojos y por nuestra cabeza, tanto en el momento de la toma cuando hacés la foto como en la posproducción, que en definitiva es cuando terminás de componer la imagen que viste en el momento de la captura. Las decisiones técnicas ayudan a cerrar la historia que querés contar y transmitirla mejor, de forma más clara y con mayor impacto.
Hay otros fotógrafos que en lo personal me encantan, como por ejemplo Jan Grarup, un danés cuyo trabajo me resulta increíble, si bien su obra no se vincula específicamente con la fotografía que estoy haciendo en la actualidad hay un montón de cuestiones relacionadas con su forma de contar que me interesan mucho y que de algún modo voy internalizando.
Así es que creo que desde la primera foto que saqué hasta hoy necesariamente cambié la mirada, porque precisamente me fui nutriendo de otras miradas y fui viviendo situaciones nuevas.
¿Influye de un modo particular la naturaleza patagónica en tu fotografía? ¿De qué manera se cuela?
Justo en estos días estuvimos conversando y discutiendo este tema con varios colegas, entre ellos con Andy De Tomaso, una amiga que es curadora de arte con la que compartimos un colectivo de trabajo.
Lo que estuvimos pensando en concreto es de qué manera la naturaleza de la Patagonia –o de un contexto determinado– te atraviesa y te modela. Reflexionábamos sobre esto en relación a una muestra colectiva que estamos pensando para el mes de noviembre, trabajar ese concepto: cómo lo brutal de la Patagonia modela no solo la geografía sino el cuerpo y el carácter de las personas que viven acá. Sin dudas las personas están atravesadas por lo crudo del clima, por el viento, el frío, la nieve, y muchas veces el ambiente natural donde tomamos ciertas imágenes es brutal. Por ejemplo, hace poco hice una foto de un alambrado en Río Gallegos, la imagen era muy bucólica, pero la situación real del clima en el momento en que tomé esa foto era brutal, con un viento de 120 kilómetros por hora que arrastraba con todo. Definitivamente el clima no solamente modela la geografía y los objetos, sino que también se mete dentro de los personajes.
Con Andy empezamos a ver que en muchas de mis tomas está presente el registro de cómo el clima atraviesa la fotografía. Y esto me resulta interesante, porque si mostramos una sola faceta es como dejar un cuento a medio contar. Mostrar únicamente lo idílico del paisaje –lagos, ríos, montañas nevadas y días soleados– es mostrar una parte muy pequeña, contar solamente un fragmento del relato. Por eso en algunas de mis fotografías estoy empezando a contar la otra parte del cuento. Es toda una decisión elegir qué queremos contar y está bueno tener en cuenta que no existe un relato si obviamos una parte. Este concepto llevado a la pesca es por ejemplo cuando uno se siente atraído por la foto final junto al pez, la imagen de la gran captura, del gran trofeo, pero al quedarnos solo con esa imagen se nos olvida el camino que nos llevó a ese logro, un recorrido que muchas veces no es algo tan placentero.
¿Qué diferencias y denominadores comunes encontrás a la hora de fotografiar un ambiente natural en la Patagonia y en Noruega?
Noruega es un lugar al que voy todos los años por cuestiones ligadas a mi actividad como guía de pesca. El paisaje es similar y distinto al mismo tiempo, por lo menos el del lugar donde yo resido allá. Si tuviera que compararlo con un paisaje cercano diría que es parecido al valle del río Manso donde el bosque prácticamente invade el rio. Y si vas un poco más al norte de donde trabajo te encontrás con paisajes mucho más parecidos a nuestra estepa.
Pero lo que tiene de interesante y de diferente es que cuando voy para aquellos lados estoy en el verano de Escandinavia y como esa región está muy cerca del círculo polar en esa época del año casi no hay noche, hay luz las 24 horas del día y los cambios de luz son tenues y muy prolongados. Fotográficamente esto es buenísimo porque tenés mucho tiempo para encontrar las condiciones de luz que te interesan y esas condiciones ideales de luz duran horas.
¿Hacia dónde crees que va evolucionando la profesión y la fotografía en general?
Existen un montón de cuestiones que han hecho que la fotografía cobre más valor para un montón de gente y que fueron empujado para que se popularice. Una de esas cuestiones es el fenómeno Instagram, una red social que permite cumplir el deseo de compartir con otros a través de imágenes. Esto llevó a muchas personas que no eran necesariamente fotógrafos a tomar fotos, emular formas de hacerlo e incluso cambiar la propia mirada ante una fotografía determinada.
Sin dudas el fenómeno fotográfico ha tenido una explosión enorme en los últimos años y en parte este fenómeno se ve favorecido por el hecho de que hoy en día no se necesita una cámara profesional porque se pueden sacar fotos con un celular obteniendo registros que resultan excelentes para determinados usos. Quizás con las cámaras de los celulares no puedas hacer fotos de gran formato, pero en la actualidad si querés podes hacer infinidad de otras cosas.
Entonces creo que muchas personas, a partir de la popularización de los celulares con cámara y de la existencia de redes como Instagram, dándose cuenta o no se han involucrado en ver de qué forma mostrar determinada imagen de una manera diferente. Y creo que eso ha hecho que muchos ya tengan una mirada propia acerca de cómo mostrar o mostrarse a través de una cámara. Es una apreciación personal, puede gustar o no lo que se genera a partir de esta popularización, pero lo cierto es que está mucho más democratizada la posibilidad de crear y compartir material fotográfico y sin dudas ahora hay más competencia, más discusiones y más personas con nociones básicas de encuadre y fotografía en general.
En relación a esto el otro día tuvimos una charla entre colegas sobre el espectador emancipado. Porque hablar de fotografía sin tener en cuenta al espectador es también recortar el relato. Justamente el espectador es quién termina de darle sentido a la fotografía y esta no existiría como herramienta narrativa sin su presencia.
Por lo demás uno hace la fotografía que quiere, decide qué contar de un momento determinado, a qué darle importancia y a qué no. Por mi parte trato de transmitir una sensación, una historia personal, algo que me sucedió en un momento determinado. Mi trabajo y mi desafío consisten en buscar la manera de sintetizar en la foto lo que vi y viví en ese determinado momento, capturar eso que sentí o vi mentalmente y conseguir transmitírselo al espectador.
¿Qué función cumple la Asociación de Guías de Pesca y cuáles son las principales recomendaciones que les hacen a los que aún no son guías?
Fui presidente de la Asociación de Guías de Pesca durante varios años y si bien en la actualidad tengo un cargo menor sigo involucrado y colaboro con los cursos de formación de guías.
La asociación a grandes rasgos tiene tres grandes funciones. La primera es nuclear a los guías de pesca para vincular intereses y problemáticas en común y tratar de ofrecer soluciones o facilidades, ya sea para la realización de compras de equipamiento en conjunto, la gestión de los seguros, etc. Otra de las funciones es la formación de guías ya que nuestra asociación se encarga desde hace 20 años de instruir a quienes quieren convertirse en profesionales. Estamos dentro de un Parque Nacional y éste delega en nuestra institución la formación de los futuros guías y es la Asociación de Guías de Pesca la que da el visto bueno de aptitud profesional a quienes desarrollarán la actividad. De modo que existe un curso formativo, una selección de candidatos, una evaluación y recién cuando los aspirantes completan todas estas etapas obtienen el apto profesional. La tercera función es articular con los diferentes entes fiscalizadores que regulan la actividad de la pesca para colaborar con la realización de estudios y la elaboración o modificación de las reglamentaciones.
De modo que estas son las tres principales funciones de la Asociación de Guías de Pesca: unir y vincular a los profesionales de la pesca deportiva –que en la actualidad rondan las 60 personas–, formar a los futuros guías y aportar a la regulación y conservación del recurso natural.
Antes de empezar los cursos damos una charla informativa y una de las cuestiones que surge habitualmente es la expectativa de aquellos participantes que esperan que se los forme como pescadores, algo que no es así, ya que el espacio formativo del curso está diseñado para que buenos pescadores se transformen en profesionales de la actividad, no enseñamos a pescar, lo que buscamos es que los aspirantes a guías ya sean pescadores formados con conocimiento del área. Lo que nosotros hacemos es capacitarlos en cuestiones anexas a la pesca en sí para que pueda desarrollar la actividad de manera profesional con un estándar de servicio y en un marco de seguridad determinado, por eso muchas materias del curso están orientadas a cuestiones vinculadas con la seguridad, la gestión del riesgo, la forma correcta de navegar en un espejo de agua, etc.
¿Qué es lo más difícil de fotografiar? ¿Tenés algún proyecto pendiente?
A la hora de sacar fotos sin dudas lo más complicado en este ambiente de la pesca es que hay agua de por medio. En lo que a mí respecta ya ahogué tres cámaras, dos lentes y otras herramientas, algunas de las cuales se dañaron definitivamente mientras que otras están en recuperación. Lo difícil, en síntesis, es estar en un ambiente donde la cámara no debería estar. Todas mis cámaras están atadas con cinta y cuando saco fotos bajo el agua uso estancos, compartimentos en los cuales la cámara va dentro, aunque no siempre es garantía ya que si cerrás mal el estanco obviamente se moja todo el equipo. Esas cosas suceden y si uno quiere eliminar estos riesgos directamente no tendría que hacer fotos cerca del agua. Por otro lado, a mí me gusta un mucho fotografiar animales de la zona y eso conlleva otros desafíos como el hecho de tener que arrimarse. Muchas veces es difícil acortar esa distancia ya que requiere de otro tipo de habilidades.
Si hablamos de proyectos pendientes fotografiar una comparsa de esquila es algo que estoy tratando de hacer hace rato, pero nunca coinciden sus tiempos con los míos. Después me gustaría concretar diferentes objetivos que tengo a mediano plazo, como por ejemplo el que encaramos con los amigos y colegas con quienes formamos un grupo que se llama “Cadáver exquisito” con el que vamos a hacer en breve una primera muestra en Buenos Aires. También me gustaría seguir participando en la muestra “Buenos Aires Foto” donde estuve en tres ediciones anuales y para noviembre tengo planeada mi primera muestra individual Además tengo material para editar dos libros que ya tengo en la cabeza, así es que siempre hay algo dando vueltas.
Instagram: @ochoamauro
Las fotografías que engalanan El Fogón del Encuentro
son obra y gentileza de Mauro Ochoa
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