El gran cacique Valentín Saihueque

El cacique Valentín Saihueque nació en 1818 y falleció en 1903. Durante su vida protagonizó la compleja trama de vínculos, acuerdos y traiciones entre el gobierno nacional argentino y los pueblos originarios.

 

El cacique Valentín Saihueque era hijo de madre tehuelche y padre araucano. Su padre, el cacique Chocorí, fue quien dio inicio en 1832 a las relaciones entre los habitantes del País de las Manzanas (región cuyo límite sur era el lago Nahuel Huapi) y el gobierno nacional, encabezado por aquel entonces por don Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien unos meses después emprendería la campaña militar que el mismo denominaría Conquista al Desierto. Obviamente estos territorios del actual sur de la provincia de Neuquén no estaban despoblados, sino que eran habitados por comunidades nativas que tenían otra forma de vida, actividades y concepciones culturales diferentes. En este contexto histórico y en una de esas comunidades nace Saihueque alrededor de 1818. Durante su larga vida transitará y protagonizará la compleja red de vínculos que se establecieron entre el gobierno nacional y las sociedades indígenas, ya que estas sociedades nativas de la pampa y la patagonia formaron parte de un sistema de relaciones políticas, económicas y sociales que derivaron en circuitos comerciales que integraban los territorios habitados por comunidades originarias con los centros de poder blanco de Argentina y Chile. Como consecuencia de ello las comunidades nativas desempeñaron un rol preponderante y central, interviniendo activamente con planteos y estrategias en el marco de un proceso que se transformaba permanentemente y del cual emergieron figuras que concentraron prestigio y poder al interior del mundo indígena como el mismo Valentín Saihueque, José María Bulnes Yanquetruz o Manuel Calfucurá.

El Caleufú: región del País de las Manzanas

El País de las Manzanas o Caleufú era una amplia región emplazada al sur de la actual provincia del Neuquén, cuyos límites geográficos los constituían los ríos Collón Curá y Limay hacia el este, la cordillera de los Andes hacia el oeste, el río Malleo al norte y el lago Nahuel Huapi al sur. Estos territorios eran muy ricos y en ellos se podían desarrollar diversas actividades comerciales con base en la cría de ganados, ya que eran especialmente aptos tanto para la invernada como para la veranada. Estas actividades eran impulsadas por los diversos caciques que encabezaban las distintas comunidades que habitaban zonas diferentes dentro del mismo territorio, ya que el Caleufú o País de las Manzanas no era habitado solo por las comunidades que lideraba Saihueque, sino también otros caciques como Inacayal y Foyel. Este espacio geográfico sería el escenario clave en el cual se desarrollaría la avanzada de las campañas militares impulsadas a partir de 1879 por el gobierno nacional, con el claro objetivo de eliminar la “barbarie” y dar comienzo a la “civilización”.

Saihueque, cacique “amigo”

En 1870 Valentín Saihueque fue visitado en sus toldos del sur neuquino por el marino y explorador inglés George Musters, quien estuvo varios días en el Caleufú acompañado de su comitiva tehuelche y fue muy agasajado por los manzaneros. “El gran Choeque (así lo nombra Musters en su crónica) era un hombre de aspecto inteligente, como de treinta y cinco años de edad, bien vestido con poncho de tela azul, sombrero y botas de cuero”. Dos años más tarde, en 1872, lo visitaría Mariano Bejarano, quien había sido enviado por el gobierno para “tomar todos los datos posibles sobre el número de indios que haya en esa parte y trayecto que siguiere, calidad de los campos, clase y situación de las aguadas y todo cuanto pudiere interesar al conocimiento de esas regiones”. Bejarano fue testigo del rechazo por parte de Saihueque de dos banderas que le ofreciera un emisario del ejército chileno, en sus escritos se lee: “el cacique las devolvió, diciendo que él era argentino”. Otra de las visitas que recibió el cacique y una de las más significativas y emblemáticas fue la de Francisco P. Moreno, quien lo visitó dos veces y en la segunda ocasión fue retenido en el Caleufú, debido a la situación tensa y crítica con el gobierno nacional. Al referir años más tarde su primera entrevista –mantenida en 1875– Moreno anotaría: “Saihueque es un indio de raza pampa y araucana, bastante inteligente y digno de mandar las indiadas (…) es el jefe principal de la Patagonia y manda las siete naciones que viven en esos parajes”. Hasta 1879 podemos decir que en el ejercicio de su jefatura Saihueque se caracterizó por mantener buenas relaciones con el gobierno nacional. Era reconocido como autoridad por Buenos Aires y era amigo y compadre de Francisco Pascasio Moreno. Estas relaciones con el gobierno se establecían en función del intercambio comercial –ya que los manzaneros eran ganaderos y cultivaban sus fértiles tierras– y de las mediaciones permanentes que se llevaban a cabo para evitar los malones, que solamente tenían lugar cuando no se cumplían los acuerdos firmados en los Parlamentos.

Política y contexto nacional de 1880

En el período que va de 1880 a 1916 la Argentina experimentaría un crecimiento que la llevaría desde una posición marginal en el concierto de las naciones del mundo a convertirse en la máxima promesa de desarrollo dentro de los países de la América del sur. Al iniciarse este período el gran desafío para el régimen oligárquico y conservador que gobernaba el país e imaginaba ese porvenir glorioso, era integrar el territorio y construir una identidad nacional sobre la base de un gobierno ordenado y estable. Los referentes de ese proyecto de país entendían que la nación debía constituirse a partir de la construcción de una sociedad culturalmente homogénea, lo que implicaba la incorporación de las diferentes regiones y clases sociales a ese proceso de crecimiento económico que por otra parte era inestable e indefinido. En el pensamiento de la época la barbarie tenía que ser desterrada para dar comienzo de una vez por todas a la civilización y el progreso. Por lo tanto todos los resabios de “elementos” que no pudiesen adaptarse a las nuevas políticas de modernización quedaban descartados y tenían que ser eliminados. Entre esos “elementos” estaban las sociedades indígenas. Con ese objetivo entre 1879 y 1885 se concretó la que suele denominarse “Conquista del Desierto” con la explícita intensión de concluir con “la cuestión indígena” y dar comienzo al crecimiento y la construcción de una nacionalidad argentina. Estas postulaciones estaban en concordancia con la matriz de la época sintetizada en la oposición conceptual entre “civilización” y “barbarie”. Según esa matriz intelectual las sociedades humanas atravesaban por diversas instancias o fases de una evolución donde la barbarie era el estadio primigenio y la civilización la cúspide del desarrollo humano. Las sociedades indígenas encarnaban esa “barbarie” que era indispensable combatir para alcanzar la civilización al estilo de la Europa moderna y la América del Norte. En este contexto para los gobernantes del régimen oligárquico y conservador afianzado a partir de 1880 Valentín Saihueque dejó de ser considerado un cacique “amigo” y paso a convertirse en un cacique que había que someter como a todos los demás.

Campañas militares sobre territorios patagónicos

Los choques de intereses eran cada vez más visibles a partir de 1875, a consecuencia de ello desde el estado se planificaron estrategias para someter al indígena. Las campañas militares tenían el propósito de liberar los territorios habitados por comunidades originarias e incorporarlos a la soberanía del estado nacional, afianzando el dominio sobre una frontera ampliada. Se efectuaron tres campañas hacia los territorios de las comunidades manzaneras para lograr el anexo de los sectores del sur de Neuquén: la primera fue la encabezada por Villegas conocida como “Expedición al Lago Nahuel Huapi” realizada en 1881; la segunda –entre 1882 y 1883– fue comandada por el mismo general y se la denominó “Expedición a los Andes”; finalmente la tercera, llevada a cabo entre 1883 y 1884, fue conducida por Lino Roa. La primera campaña a cargo de Villegas se estructuró conformando tres brigadas que partieron en diferentes direcciones pero que tenían como objetivo final y común el Nahuel Huapi. La intención era que los nativos no tuvieran escapatoria y poder explorar a fondo los territorios atravesados. Los caciques considerados “rebeldes” como Saihueque, Reuque Curá e Inacayal –entre otros– serían capturados, para afianzar de este modo los patrones de civilización en la frontera indígena y efectivizar su control. Todo este proceso tuvo una dimensión aún mayor debido a que del otro lado de la cordillera el ejército chileno también estaba avanzando sobre la Araucanía. En las tres campañas hubo una clara postulación de los objetivos a concretar, pero algunas cuestiones quedaron libradas al azar o al arbitrio de las decisiones circunstanciales que asumieron las tropas en el terreno de la acción. El centro de las operaciones militares era el fortín de la 1° división –situado en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay– y el desarrollo de estas campañas quedó bien reflejado en la variedad y contenido de los telegramas que se cruzaron entre el fortín mencionado, Buenos Aires y el Caleufú.

Resistencia y rendición

Cuando Saihueque se da cuenta que las relaciones amistosas ya no son plausibles y que el propósito del gobierno es avanzar sobre sus tierras, decide con su comunidad huir hacia el sur, ya que de otro modo resultaría capturado fácilmente por las tropas de Villegas. Hasta  noviembre de 1885 el cacique y su comunidad (alrededor de 150 nativos) lograron escapar de las manos del estado nacional, sobreviviendo con alimentos que le proveía la naturaleza y el camino que recorrían. Se dice que llegó al norte de la actual provincia de Santa Cruz, resistiéndose a la subordinación, pero sus posibilidades se limitaron mucho por la falta de recursos para subsistir con su gente. Por este motivo y otros más en 1885 Valentín Saihueque decidió entregarse al gobierno nacional presentándose en Buenos Aires, con la intensión de negociar la entrega de tierras para su comunidad. El gran cacique manzanero luchó hasta su muerte en 1903 por la concesión de tierras fértiles y cultivables para su comunidad y también por el reconocimiento de mayores derechos, que debían hacer honor a la larga historia de amistad con el gobierno nacional que se había iniciado en tiempos de su padre Chocorí. Hasta el presente la comunidad del bravo Saihueque pelea por la recuperación de las pocas fracciones fértiles dentro de aquellas tierras que en su momento les fueron asignadas –en las cercanías de Gobernador Costa en la provincia de Chubut– y que posteriormente fueron nuevamente usurpadas por capitales privados vinculados al negocio de la lana.

* Sofía Stefanelli es Licenciada en Historia