Habitualmente cuando pensamos en animales venenosos se nos vienen a la cabeza las víboras, las arañas e incluso algunos tipos de anfibios, insectos o peces, sin embargo, también existen aves venenosas, como el pitohuí encapuchado –Pitohui dichrous– que habita en Indonesia, en la isla de Papua Nueva Guinea y en otras islas aledañas, donde se los conoce como “pájaros basura” ya que no pueden ser comidos, porque tanto su plumaje, negro y anaranjado, como su piel presentan una potente neurotoxina llamada homobatracotoxina, que pertenece a una familia de alcaloides esteroideos que provocan trastornos nerviosos y musculares y hasta pueden causar la muerte. Tanto el pitohuí encapuchado como sus familiares –el pitohuí variable y el pitohuí marrón– adquieren su veneno a través de su dieta, la cual incluye al escarabajo Choresine, de la familia Melyridae, que es el mismo insecto que les suministra sus venenos, tan potentes, a las ranas tóxicas de Sudamérica. Estos peculiares pájaros cantores miden poco más de 20 centímetros, suelen construir sus nidos a unos 2 metros de altura y en ellos suelen alojar de 2 a 4 huevos. El periodo de incubación de los mismos es de 14 a 18 días y luego de romper el cascarón los pichones acostumbran permanecer en el nido un período similar antes de independizarse. Las otras dos aves venenosas, también oriundas de Nueva Guinea, Australia e Indonesia, son el ifrita de capa azul –Ifrita kowaldi– y el picanzo chico –Colluricincla megarhyncha–.
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