El otoño y el invierno nos convidan momentos de pausa, de observación y de fluir hacia nuestro interior, como la savia que fluye hacia la raíz. Podemos transitarlos disfrutando sorbo a sorbo deliciosas tisanas.
Los días de sol se acortaron, el frío se siente y naturalmente nos quedamos más tiempo en casa observando desde la ventana como el paisaje cambia sus colores, como los árboles se quedan sin hojas y la nieve pinta los cerros.
El otoño y el invierno son tiempos que nos convidan momentos de pausa, de observación y de fluir hacia nuestro interior, como la savia misma de los vegetales que fluye hacia la raíz. Ellos nos invitan a acompañarlos disfrutándolos sorbo a sorbo con deliciosas tisanas.
Las tisanas son preparaciones acuosas en las cuales pueden extraerse las propiedades de las plantas por medio de una infusión, decocción o maceración. Por lo general están destinadas a ser bebidas, aunque pueden usarse en la piel, por ejemplo, para la realización de lavados o la aplicación de fomentos. Las tisanas son la forma más popular de extraer y hacer uso de las virtudes de las plantas.
La palabra tisana es de origen griego, deriva de ptisáne, nombre de una bebida hecha a base de cebada. A su vez el término ptisáne proviene del verbo griego ptíssein que significa descascarar o pelar la cebada. Hipócrates –médico de la Antigua Grecia considerado el padre de la medicina occidental que vivió entre los años 460 y 370 a.C.– denominó a la primera tisana haciendo referencia a la decocción de cebada pelada. La ptisana o ptisáne era uno de los principales remedios contra la fiebre y servía de base también para diversos cocimientos e infusiones de hierbas. Al final acabó utilizándose para cualquier cocimiento o infusión medicinal, llevara cebada o no.
Habitualmente usamos la palabra tisana como sinónimo de té y utilizamos el término té para nombrar a todas las tisanas, pero el té es un arbusto originario de China –cuyo nombre botánico es Thea sinensis o Camelia sinensis– del cual se usan sus hojas en infusión desde hace aproximadamente 2500 años a.C. cuando, según cuenta una leyenda, al emperador chino Shen Nung se le cayeron accidentalmente hojas de té en agua caliente y al probar el resultado le supo delicioso.
Veamos ahora las diferencias entre las distintas maneras de preparar las tisanas para poder extraer el máximo de sus virtudes.
La forma más común de usar las hierbas es en infusión o té, para lo cual vertemos agua hirviendo sobre las partes blandas de la planta –flores, hojas, sumidades o cogollos (extremos) y tallos tiernos– tapamos y dejamos reposar 5 minutos. Es importante, al destapar, que volquemos a la infusión las gotitas que quedan adheridas al envés del plato, ya que se trata de aceites esenciales y al volverlos al preparado lo enriquecemos. Pueden realizarse infusiones con muchísimas plantas, entre ellas, por ejemplo, con flores de manzanilla –Matricaria recutita– o con hojas y cogollos de melisa –Melissa officinalis–.
Otra forma de extracción de las virtudes vegetales es el cocimiento o decocción, que consiste en hervir cortezas, raíces, semillas y hojas duras durante unos minutos para que liberen sus propiedades al agua. Por ejemplo, para usar el palo piche –Fabiana imbricata– se deben hervir sus ramitas.
Un tercer proceso a través del cual podemos extraer las propiedades curativas de las plantas es la maceración, para lo cual deberemos sumergir en agua, aceite, alcohol, vinagre o glicerina vegetal partes de la planta a temperatura ambiente durante un determinado tiempo. De acuerdo al medio o solvente en el que sumerjamos las plantas será el nombre que tome el preparado, a los macerados en alcohol y agua los llamamos tinturas madres.
Hay preparados en los que combinamos dos procesos en su elaboración para poder extraer mayor cantidad de principios activos, es el caso de los jarabes donde realizamos una infusión o decocción concentrada y luego una maceración.
Las tisanas pueden usarse en la piel para lavar heridas y ayudar a la cicatrización y también para realizar baños de inmersión o lavados de ojos.
En este tiempo que estamos transitando podemos elegir cada día qué tisana beber y estas nos ayudarán a fortalecer nuestras defensas, mejorar la digestión, calmar dolores y aliviar la melancolía.
Es la canela la aromática corteza de un árbol siempreverde, el canelero o canelo, cuyo nombre científico es –Cinnamomum verum–; originario de Asia es cultivado en algunos países tropicales de América, como Jamaica y Brasil. El jengibre también tiene su origen en Asia Central, su nombre botánico es –Zingiber officinale–. De esta hermosa planta perenne, de hojas anchas y lanceoladas y llamativas flores verdosas con manchas púrpuras como espigas usamos el rizoma, es decir su tallo subterráneo, fresco o seco.
La decocción de jengibre y canela es una aliada para los tiempos fríos ya que activa la circulación, calienta el cuerpo trayendo alivio a pies y manos frías y su aroma es revitalizante. Para realizarla cocinaremos 1 cucharada sopera del rizoma de jengibre fresco cortado en finas rodajas junto a un par de ramitas de canela en medio litro de agua, cuando rompe el hervor esperamos que hierva 2 minutos, apagamos el fuego y la dejamos descansar tapada. Esta tisana puede endulzarse y es de gran utilidad en los procesos virales del tracto respiratorio como resfríos y/o bronquitis. A nivel digestivo alivia digestiones pesadas, vómitos y diarreas.
La infusión de romero es una poderosa activadora de la energía vital que mejora la circulación sanguínea cerebral y de todo el cuerpo dándonos calor, además estimula la concentración y apuntala la memoria, mejora la digestión y el funcionamiento hepático.
Los frutos de mosqueta poseen de 600 a 1000 mg de vitamina C por cada 100 gr de frutos secos, siendo 15 veces mayor a la cantidad presente en los cítricos. Esta vitamina –que no fabricamos y que no queda como reserva– es muy sensible a la acción del calor. Para incorporarla podemos realizar un macerado dejando en remojo un buen puñado de frutos secos en agua y así, la vitamina C que es hidrosoluble, pasará rápidamente al líquido. Un par de horas será suficiente, luego entibiamos la preparación y ya estará lista para aportar nutrientes al cuerpo y ayudarnos a hacerle frente a los virus.
Ofrendarnos una pausa en el día para observar un pájaro en vuelo o un copo de nieve danzar bebiendo una deliciosa tisana son rituales que nos conectan con la magia de la vida.
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