“El silbar del viento, escuchado a través de los postes telegráficos, me parece un recuerdo de profunda soledad… No había chicos de nuestra edad (…) Cabo Raso contagiaba soledad…” (1)
Para Cabo Raso, en ese lejano Este, el tráfico marítimo fue un aliado fundamental a la hora de sacar por su puerto los frutos del país o también como transporte de pasajeros hacia otros destinos, significando también la puerta de ingreso de numerosas familias inmigrantes.
La cría de ovejas era la actividad económica por excelencia, y consecuencia de ello se da en paralelo una mayor presencia del Estado acompañando el desarrollo y también el asentamiento de emprendedores que apostaron al comercio como modo de vida.
Es así que al establecimiento de la Oficina de Correo y Telégrafo le siguen el Destacamento de Policía, el Juzgado de Paz y Registro Civil, la Delegación de la Caja Nacional de Ahorro Postal, la Escuela Nº 29 que posteriormente se denominaría Escuela Nacional Nº 92. Nace también hacia 1940 el Internado “Mendoza” en homenaje al Torpedero Mendoza de la Armada Argentina que apadrina a la escuela.
Son conmovedoras las historias que cuentan la llegada de aquellas familias pioneras a estos territorios, al respecto, Rodolfo “Rudy” Pögler relata “Mi padre, José Sebastián Pögler, llegó a Cabo Raso en el año 1912 cuando vino de Austria, porque él era austríaco. Entonces cuando llegó desembarcó en Buenos Aires y estaba en un hotel. La familia Miche, que son suizos, también estaban en el hotel y se entendieron por el idioma, entonces Miche le dice ¿y vos no te animas a venir a la Patagonia? Porque yo estoy comenzando a poblar un campo, empezando a formar una estancia allá y si te animas… He llevado yo unos familiares nuestros que son de la familia Schulze que se van a entender por el idioma y todo, si vos te animas venís conmigo, te llevo. Bueno, bueno, dijo mi padre y ahí se vino a Cabo Raso en 1912 a lo que actualmente es la Estancia La Berna que se estaba poblando… Mi padre vino y se quedó ahí. Luego poblaron al lado de Cabo Raso, un lotecito de dos leguas, chico, El Changuito se llamaba, entonces a mi padre lo pusieron a cuidar ahí. En eso llegó mi madre que tenía una hermana que había venido anteriormente casada… Mi tía se llamaba Anita Schmitt casada con Matchke que era alemán también. Es así que llegó a Cabo Raso en el barco, creo que en el Villarino que todavía hacía viajes al extranjero y a esta zona y entonces fue ahí, cuando desembarcó en Cabo Raso, que se conocieron con mi padre que estaba en El Changuito. Eso habrá sido en el año 1916 o 1917 porque ellos se casaron en 1918. En la Estancia El Changuito nacieron mis dos primeros hermanos Juan y Catalina Brunilda…”. (2)
El Anuario Kraft del año 1913 cita las siguientes actividades comerciales: acopiadores, tienda, almacén y ferretería: Trucco y Rodríguez, café y billar: Eduardo Vales, carnicería: Luis Reggio, hotel y fonda: Eduardo Vales, peluquería: Tomás Ostúa, zapatería: Tomás Ostúa, Trucco y Rodríguez, cantera de piedras, Sociedad Anónima “Atlas Quary”, director: Manuel Rodríguez, constructor: José María Elgorriaga. (3)
Pero fue un comercio, el primero y también el último en cerrar junto a la última moradora de Cabo Raso, el que marcó toda una época de esplendor, un Almacén de Ramos Generales.
Esther Carro de Trucco recuerda sobre sus abuelos, primeros propietarios del negocio: “Mi abuelo Santiago Pérez Pérez con su esposa María del Carmen Vázquez, mi abuela y una hermana llegan desde España a Deseado en el año 1895 cuando mi abuela tenía 7 meses, ahí están un tiempito y nace otro tío, luego se mudan a Camarones donde nacen dos hijos más y como mi abuelo tenía amistad con Fischer se muda a Cabo Raso y pone el primer Almacén de Ramos Generales “La Tehuelche”. Eso ha sido poco antes del 1900 porque cuando llega Trucco y el correo ya estaban en Cabo Raso. Mi abuelo Santiago le vende el negocio a Juan A. Trucco en sociedad con Manuel Rodríguez. Mi abuelo vende para irse a vivir a Buenos Aires con la familia y para celebrar el viaje y el trato con los compradores brindan con un coñac y esas dos botellas aún están de recuerdo en la estancia Santa Elena…”. (4) Juan Trucco que compra el negocio hacia 1910, posteriormente, en diciembre de 1913, adquiere de su socio la totalidad del almacén y como aún era empleado del correo lo administra Juan Heinken y allí nace en 1920 su hijo Víctor.
Entre los pioneros que se afincaron en este puerto, habían llegado desde un paraje cercano, Malaspina, una familia de comerciantes que marcó para siempre aquellos tiempos de un Cabo Raso pujante, hasta su desaparición. Don Simón Finat, su esposa Mercedes Niella y sus hijos Emiliano y Merceditas adquirieron, en el año 1924, el Almacén de Ramos Generales “La Tehuelche” y partir de allí, el almacén pasó a llamarse “La Castellana” como homenaje a su origen español.
El principal medio de transporte era el marítimo, pero también el de carros que trasladaban la lana desde los campos al puerto para embarcarlos en los buques o también fleteaban pasturas desde el valle del río Chubut o los mercachifles con variadas mercaderías.
Los Walker fueron una familia importante de carreros que también adquirieron campos en la zona. Sobre esos tiempos y quehaceres, Nelson Walker comenta: “Mi viejo iba mucho hasta Cabo Raso y poco más allá. Él se crió arriba de una tropa de carros que tenía su hermano mayor Ellis Walker, ahí se hizo carrero mi papá también, mi papá se llamaba Samuel Spencer Walker. Ellos nacieron acá en el valle, en la chacra de mis abuelos y trabajaron la chacra de muy chicos y después cada uno salió a buscarse su puchero, varios fueron carreros. Pasando Dos Pozos está la laguna Charles porque ahí tenía su campamento otro de mis tíos, Charles Walker, pasaban los carreros por ahí. Mi padre ya pasaba por Puerto Cabo Raso en 1910-1912, yo recuerdo que mi viejo con la tropa de carros que tenía con el hermano y con otro hermano que tenía llevaban de acá del valle carga, pasto, víveres y no sé qué otras cosas para toda la zona de la costa y los puestos de los campos. Llegaban a Cabo Raso con lana que depositaban en la misma costa, ahí venían los barcos, arrimaban y cargaban la lana y los cueros que hubiera y descargaban los barcos mercadería que venía de Europa. Los carros llevaban caballos y mulas, a veces iban hasta seis caballos tirando del carro y usaban también las mulas. Ellos eran fleteros para trasladar entre los campos”. (5)
También la última etapa de la escuela y el internado marcaron una época que aún recuerdan muchos de sus ex alumnos, junto al recuerdo de Victorina Lacoste, protagonista de esos años por su compromiso con la comunidad.
Mientras el tráfico marítimo declinaba ante la apertura de la Ruta 3 y el puerto de Camarones, otras actividades aparecieron momentáneamente en diferentes momentos, tal es el caso de la pesca del cazón y la recolección de algas para la planta procesadora situada en Gaiman.
El Faro y las balizas instalados entre 1916 y 1925 siguieron cumpliendo sus funciones brindando seguridad a los navegantes. Por su parte el mantenimiento de sus instrumentos sigue a cargo del Servicio de Hidrografía Naval de Puerto Madryn.
Cabo Raso día a día se va despoblando hasta solo quedar una pobladora permanente, Mercedes Finat, esa pionera llegada desde muy pequeña en 1924, quien atendía aún su comercio “La Castellana”, además de atender también la estafeta cuando se cerró el correo, de brindar colaboración a los torreros de la Armada, de tomar los datos del clima y de ser la parada obligada del transporte de Francisco Avelluto cuando unía por Ruta 1 Trelew con Camarones en travesías muy recordadas por quienes fueron sus pasajeros.
Mercedes vive hoy en el recuerdo de aquellos que la conocieron y apreciaron. Como bien escribía en una Carta de Lectores Inés Mercedes Muller a pocas horas de su fallecimiento, “Mercedes Finat fue el alma de Cabo Raso… por mujer chubutense, por valiente, por aferrada a su terruño, por la voluntad de vivir en la mayor simplicidad, la tenemos así en el recuerdo. Supo que la muerte estaba muy cerca, no quiso compasión ni ayuda, el sábado murió en paz en su humilde casa y todo terminó.”. Así se fue, así se apagó la luz de la guardiana del faro, la última moradora de Cabo Raso un 6 de junio de 1987. Sus restos descansan en el cementerio de su amado lugar.
Solo resta decir que con este artículo traté de rescatar la memoria colectiva de ese pueblo que, como leí en algún lado, “se niega a ver deambular los fantasmas de tiempos pasados…”.
Notas
(1) Entrevista a Blanca Arroqui. Junio 1921.
(2) Entrevista a Rodolfo Pögler. Julio 2021.
(3) Anuario KRAFT, 1913.
(4) Entrevista a Esther Carro de Trucco. Julio 2022.
(5) Entrevista a Nelson Walker. Agosto 2021.
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