Habitualmente recurrimos al calor para calmar el dolor que nos provocan las contracturas, pero también entre las plantas que nos rodean podemos encontrar valiosas aliadas a la hora de aliviar las tensiones musculares.
El frío, las sobre exigencias, las preocupaciones, las malas posturas, la falta de movimiento, una alimentación excesivamente ácida, falta de nutrientes y una larga lista de posibles causas hacen que aumente el tono muscular en uno o en un determinado grupo de músculos, y así capilares sanguíneos y terminaciones nerviosas se comprimen y no pueden irrigar y transferir los nutrientes necesarios, originando las dolorosas contracturas. Cuello, hombros y espalda son las zonas corporales donde más se manifiestan las tensiones musculares. Habitualmente recurrimos al calor para aflojar esas tensiones, dándonos un buen baño de agua caliente, aplicando sobre las zonas afectadas almohadillas térmicas, yendo a recibir reconfortantes masajes o utilizando diferentes terapias para aliviar el dolor de los músculos contracturados. Pero también en el reino vegetal podemos encontrar muchas plantas que son valiosas aliadas a la hora de ganar salud.
La paramela es una de ellas, su nombre científico es Adesmia boronioides, es nativa de la zona andina patagónica y crece a ambos lados de la cordillera. En Argentina la encontramos desde Neuquén hasta Santa Cruz, tanto en la zona esteparia como en los bosques de transición. Se desarrolla en forma arbustiva y llega a medir un poco más de un metro, es muy ramificada y sus hojas compuestas y resinosas desprenden un fuerte aroma. Esta poderosa planta es perenne y sus flores amarillas se disponen en racimos terminales. Podemos tenerla en nuestro jardín cultivándola de semilla o esqueje. Conocida también como Yakén y Yagneu, es usada desde tiempos remotos por los pueblos originarios de la región para aliviar dolores articulares y calentar el cuerpo, haciendo vahos y baños con la planta sumergida en agua caliente. Se utilizan principalmente las hojas y en menor medida los tallos. Se puede beber su cocimiento en situaciones de fatiga, desgano, resfríos, enfriamientos y trastornos digestivos. Además enjuagando el cabello con té de paramela este se fortalece y embellece. Desde que doña Griselda Calfueque me contó que su abuelita había nacido gracias a la paramela, comencé a recomendarla a las parejas que tenían dificultades para embarazarse, a tal punto es poderosa esta planta nativa que doña Griselda advertía que quien no quisiera más hijos se alejara de la paramela.
Hace años que preparo la pomada de paramela y enseño como elaborarla en diferentes encuentros y cursos, los comentarios que recibo sobre los resultados de su aplicación son maravillosos. Para prepararla se necesitan 100 gramos de paramela fresca, 250 centímetros cúbicos de aceite de girasol y 50 gramos de cera de abeja rallada. Hay que colocar en una olla la paramela con el aceite, tapar y llevar a baño maría durante una hora. Luego colar a través de gasas exprimiendo bien, agregarle la cera de abejas al aceite resultante y volver a baño maría revolviendo hasta que se derrita la cera. Una vez derretida se retira del fuego y se sigue revolviendo continuamente hasta que comienza a espesar, lo que indica que llegó el momento de envasar la pomada dejándola enfriar totalmente antes de tapar los envases. Conservándola en lugar fresco dura aproximadamente un año.
Otra aliada a la hora de tratar contracturas es la Cola de caballo, conocida también como Limpiaplata y Kalcha lawen esta planta –cuyo nombre científico es Equisetum bogotense– es nativa de Sudamérica al igual que el Equisetum gigante, mientras que en Europa crece la Equisetum arvense. Son unas de las plantas silvestres más primitivas que se conocen: hace cientos de millones de años, cuando los dinosaurios reinaban en el planeta, las Cola de caballo alcanzaban un tamaño descomunal y formaban bosques. La que crece en nuestra zona –Equisetum bogotense– es una planta siempreverde de entre 30 y 60 centímetros de altura que se reproduce sólo por esporas, ya que carecen de semillas, flores y frutos. Abundan en ella las sales minerales, 2/3 de la misma están formados por sílice y en menor medida por potasio, calcio, hierro y manganeso. Los flavonoides y sales de potasio justifican su acción diurética. La Cola de caballo mejora el tono muscular y ayuda a aliviar calambres. Por su efecto diurético se aconseja en casos de hipertensión arterial y de síndrome premenstrual cuando nos sentimos «hinchadas». El sílice, tan abundante en esta planta, es necesario para la síntesis de colágeno y da consistencia y dureza a las estructuras como huesos, tendones, cartílagos, uñas y pelo. También es buen cicatrizante en casos de menstruaciones abundantes. Además, por la presencia de taninos, tiene efecto antidiarréico. Para que nos ayude a ganar salud podemos preparar una decocción de la parte aérea y tintura para beber. En forma externa recomiendo lavados y emplastos tanto de su decocción como de la planta fresca machacada.
La Ortiga es otra de las plantas que pueden ayudarnos a paliar los dolores musculares y articulares. Dentro del género Urtica las más conocidas son la Urtica urens –Ortiga menor– y la Urtica dioica u Ortiga mayor. Su nombre en latín hace referencia a su poder urente, es decir quemante. Estas amigas viven por todo el planeta, la Urtica urens en anual, presenta flores masculinas y femeninas en la misma planta y su altura no supera los 60 centímetros, por su parte la Urtica dioica es perenne, su altura puede llegar al metro y medio y se llama precisamente “dioica” por existir plantas de distinto sexo. Ambas comparten propiedades: son ricas en sílice, calcio, potasio, magnesio, hierro, azufre, fósforo, vitaminas B, C, K, provitaminas A, grandes cantidades de clorofila, flavonoides y otras biosustancias que ayudan a eliminar sustancias tóxicas del organismo y alivian en casos de artritis, gota y alergias. Tanto la Ortiga menor como la mayor son excelentes reconstituyentes, mineralizantes y antiinflamatorias. A sus propiedades suman su efecto vasodilatador –el cual mejora la movilidad osteoarticular– y su acción de fortalecer capilares. Tienen también efecto hipoglucemiante en personas diabéticas, aumentan la producción de leche en madres que amamantan, aumentan las defensas y son recomendadas para tratar anemias. Las raíces son excelentes para frenar el crecimiento de la próstata. Se usan sus partes aéreas frescas en ensalada o jugo, se puede ingerir escaldada como verdura, o en forma de infusión, jarabe o tintura. También se recomiendan “azotes” de Ortiga en articulaciones doloridas y para activar circulación. ¡A ganar salud!

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