Para no debilitarnos y entumecernos es necesario mantener el cuerpo caliente, para ello la paramela es nuestra aliada. Y cuando las defensas cedieron dando lugar al estado gripal el natre puede ayudarnos a sanar.
En el tiempo de las grandes lluvias, del sol lejano y escaso, tendríamos que descansar más como lo hace la Madre Tierra, guardarnos más tiempo en casa como los osos, que aunque tienen sangre caliente hibernan porque les es difícil conseguir alimento durante la temporada fría. Nuestra historia no sería muy distinta si no existiesen las redes de consumo globalizado que nos permiten comer lo que se nos ocurre y hasta degustar frutas jugosas que calman la sed estival –como la sandía o el melón– mientras nos encontramos rodeados de nieve. Nuestra vida laboral y de relación sigue casi igual aunque llueva o nieve, haga frío o calor; y cuánto más nos alejamos de la naturaleza más desequilibrio generamos en nosotros mismos. Así aparecen los dolores reumáticos, las contracturas musculares, las toses y catarros, los problemas circulatorios y demás males por los que culpamos al invierno, al pükem del pueblo mapuche, que ajeno a los avatares del consumo transita su tiempo en plenitud y sin inmutarse. Pero si nos detenemos un instante y nos permitimos vibrar y mirar alrededor, percibiremos los cambios que se producen durante el invierno y así podremos ganar salud con la ayuda de nuestras amigas las plantas.
Para no debilitarnos y entumecernos es necesario mantener el cuerpo caliente y para ello la paramela es nuestra aliada. Su nombre científico es Adesmia boronioides, es nativa de la zona andina patagónica y crece a ambos lados de la cordillera. En Argentina la encontramos desde Neuquén hasta Santa Cruz, en la zona esteparia y en los bosques de transición. Se desarrolla en forma arbustiva, llega a medir un poco más de un metro, es muy ramificada y presenta hojas compuestas y resinosas que desprenden un fuerte aroma. Sus flores amarillas se disponen en racimos terminales haciendo su aparición en primavera y multiplicándose hasta finales del verano.
Conocida también como yakeñ y yagneu la paramela es usada desde tiempos remotos por los pueblos originarios de la región para aliviar dolores articulares y calentar el cuerpo, haciendo vahos y baños con la planta sumergida en agua caliente. Se utilizan principalmente las hojas y en menor medida los tallos. Una costumbre popular es agregar unas hojitas de paramela al mate. Bebiendo infusión de sus hojas se mejoran los catarros y los resfríos. Como da calor una costumbre de la gente del campo es dar un tecito a los niños antes de dormir para que estén calentitos y no se hagan pis en la cama. La abuela Griselda Calfueque, que nació en Villa Traful en 1931 y falleció en su tierra natal en el 2022 poco antes de cumplir 91 años, contaba que su abuelita nació gracias a la paramela y además decía que quien no quisiera más hijos se alejara de la aromática plantita.
En Chile se comercializa un preparado que aumenta el vigor sexual, pero esta realidad de creciente consumo atenta contra la biodiversidad poniendo en peligro de extinción a la ancestral paramela, ya que no hay registros de su cultivo y las cosechadas para la industria farmacéutica son ejemplares silvestres. En Argentina sucede algo parecido: desde el 2005 se cosechan por toneladas ejemplares silvestres año a año para extraer su aceite esencial que es vendido a un laboratorio de cosméticos del Brasil para elaborar un “exótico perfume cordillerano”. Resulta que dicha empresa se promociona a favor del medio ambiente diezmando a la bella y aromática paramela. Nosotros podemos cultivarla en el jardín, crece de semillas recolectadas en el otoño o de esqueje, en tierra pedregosa y con mucho sol.
Y cuando la humedad y el frío ya recalaron en tu cuerpo y tus defensas cedieron dando lugar al estado gripal con fiebre y dolores diversos, el natre puede ayudarte a sanar. El natre o natri –Solanum crispum– es un arbolito nativo de la Patagonia andina que vive a ambos lados de la cordillera y gusta de los lugares húmedos y boscosos. Se trata de un arbusto trepador siempreverde que puede medir hasta 3 metros de altura, es muy ramificado y con las ramas arqueadas. Sus hojas se disponen alternas, verdes brillantes, lisas, ovaladas o ligeramente acorazonadas, más anchas en la base. Presenta flores azules violáceas muy parecidas a las de su pariente la papa. Sus frutos son bayas rojizas o verdosas. Se utilizan las hojas en infusión o también se cuecen sus palitos. Como hace sudar y mucho, se aconseja guardar cama luego de beberlo. Como es muy amargo, puede endulzarse con miel.
Plantas originarias de estas tierras que portan un saber milenario. Amigas para cuidar, cultivar y evitar que la plaga de la ambición del poder y el dinero entre en sus genes y los modifique. ¡Para ayudarlas a que vivan libres sin que nadie pueda adueñarse de sus bondades!
Dejar un comentario