Cabo Raso, pioneros del lejano Este (primera parte)

El asentamiento de pueblos originarios en la zona de Cabo Raso data de, al menos, seis mil años atrás. A este le sucedió el de los pioneros que basaron su modo de vida en la ganadería ovina y el comercio.

Las historias que nos convocan sucedieron aquí, en Patagonia, en el lejano Este, más precisamente en Cabo Raso, poblado que, si bien nace hacia finales del siglo XIX, tuvo su fecha oficial de fundación un 11 de julio del año 1921, cuando el entonces presidente de la Nación, Dr. Hipólito Yrigoyen por decreto de ese año da nacimiento a este y tantos otros pueblos de los territorios nacionales, cuyas fundaciones simultáneas provocaron que el mes de julio de aquel año pasara a la historia como el “mes de la fundación de pueblos”.

Fue así como al poblamiento de los pueblos originarios, cuyas ocupaciones en áreas cercanas datan de por lo menos seis mil años atrás, le sucedió el de los pioneros que basaron su modo de vida en la ganadería ovina y el comercio.

Cabo Raso no escapa a las historias de pioneros patagónicos, a las de aquellos hombres y mujeres que llegados desde diversos puntos eligieron este pedazo de tierra para dar rienda suelta a sus ansias de procurarse una vida mejor que en la de sus lugares de nacimiento.           Desarraigo, alegrías, sacrificios y adversidades marcaron el camino de estos abnegados pioneros que dieron origen a un pueblo y a una intensa actividad ganadera en este litoral atlántico, sobreponiéndose al aislamiento geográfico de aquellos tiempos.

Pero como tantos otros poblados de nuestro país, sufrió también el inexorable destino del abandono, cuando aquellas actividades económicas que los vieron nacer desaparecieron, o dejó de pasar el tren o, como en este caso, tomaron otras rutas.

Es a partir de los últimos años del siglo XIX que distintas corrientes de inmigrantes ven un futuro promisorio en estos parajes del “lejano Este” patagónico. Alemanes, vascos, franceses, noruegos, dinamarqueses, suizos, españoles, italianos se aventuran en estos territorios de la Patagonia que estaba iniciando un proceso de ocupación de su espacio consecuencia de la campaña militar que pocos años antes había concluido el General Julio Argentino Roca provocando la desestructuración socio-cultural y económica del mundo indígena en tierras del sur, y dando lugar con ello a su repoblamiento.

Resultaron fundamentales para promover y acompañar tamaña empresa de poblar estos alejados confines del interior profundo de la Argentina, una serie de leyes que brindaran el marco jurídico adecuado a tal fin. En tal sentido se destacaron la Ley N° 817 de Inmigración y Colonización que data del año 1876 bajo la residencia de Nicolás Avellaneda, la “Ley del Hogar” de 1884, la “Ley de Premio” de 1885 y fundamentalmente la Ley N° 4167 del año 1903 también conocida como “Ley de Arrendamiento”.

El poblamiento en la zona de Camarones y Cabo Raso, se originó con el reparto de tierras que hizo Julio Argentino Roca a los militares que actuaron en la “Campaña al Desierto” como pago por los servicios prestados en la parte costera del Territorio de Chubut, luego de lo cual algunos hábiles comerciantes franceses, alemanes e ingleses, advertidos del potencial de esta zona viajaron a Buenos Aires a comprar esas tierras a esos dueños militares que no tenían ningún interés en venir a producir. Una vez adquiridas armaban pequeños establecimientos y se los vendían a sus paisanos, como refiere Rolando Heinken, conocedor de la zona, quien relata que “En la zona de Cabo Raso estaban Schelkly y Tschudi que fueron vendiendo a muchos pioneros. Incluso ofrecían como una especie de módulo, algunos de los cuales incluía un chalet de madera con una galería como los que había en varias estancias y que lamentablemente terminaron en incendios. Me consta que de esas casas tenían en las estancias La Maciega y La Margarita, en la Península de Camarones”.

Así es como comienzan a llegar los inmigrantes y fundan los primeros establecimientos ganaderos. En 1890 Juan Maupas adquiere campos en la zona, iniciando una importante explotación ovina, a la que llaman Estancia La Maciega. Sucesivamente, continuarán llegando nuevos colonos. Julio Schelkly, oriundo de Alemania, viene desde las Islas Malvinas, puebla lo que sería luego la Estancia San Jorge y otros campos que posteriormente adquiriría su compatriota Ricardo Fisher, quien llega con su familia y da origen a la Estancia Cabo Raso, a solo 25 kilómetros e la costa donde también construye, hasta habitar el campo, una vivienda de chapa, convertida luego en galpón para resguardar la zafra lanera antes de ser embarcada para su comercialización en Europa.

En esos años de la última década del siglo XIX también arriban la familia de Juan Lacoste y su esposa Ramona Lecuona y con ellos Ramón Garramuño, también lo hacen Carlos Müller, Juan Aguirre, los hermanos Eduardo, Alfredo y Enrique Miche y Silverio Moreno entre otros, quienes a partir de sus ocupaciones o el arrendamiento de campos fiscales se van transformando en pioneros de la actividad ovina que tantos frutos dio a la región y al país.

En enero del año 1899, durante su viaje hacia el Estrecho de Magallanes donde se reuniría con el presidente de la República de Chile, el por entonces presidente Julio Argentino Roca realizó una escala en la Colonia Galesa del Chubut donde se reunió con las fuerzas vivas y los vecinos del valle inferior y luego de escuchar algunas inquietudes de los anfitriones realizó distintos anuncios de importancia para el desarrollo de la Patagonia, uno de ellos fue el del tendido telegráfico. En aquella visita, entre otros conceptos, el general Roca afirmaba “Hoy que la paz interna va a ser asegurada, que se van a disipar las nubes que se ciernen sobre el horizonte de la Patria, tendréis telégrafo para comunicaros con el mundo civilizado; tendréis el Banco de la Nación Argentina que os facilitará el desenvolvimiento de vuestras actividades agrícolas, ganaderas y comerciales; tendréis escuelas para la educación de vuestros hijos y se aumentará con otros transportes el servicio de navegación de la costa Sur.”.

La palabra empeñada en aquella oportunidad se cumplió y se concretaron tres acciones fundamentales para el asentamiento de gentes en este paraje: el correo y el telégrafo, por su importancia para las comunicaciones e integración con parte del país; el puerto que facilitó la llegada de los buques de carga y pasajeros fomentando el arribo de nuevos vecinos y la escuela que pronto albergó a sus estudiantes. Además, la instalación de una sucursal del Banco Nación en Trelew acompañó aquel incipiente desarrollo.

El nuevo siglo trajo consigo a otros pobladores que fueron llegando solos o con familia. Entre los pioneros de esta primera etapa, de un Cabo Raso de profunda impronta rural que se articula con una floreciente aldea, se suman apellidos como Trucco, Reggio, Ostúa, Heinken, Schulze, Mitau, Grether, Pögler, Beinarán, Echegaray, Olsen, Balladares, Amandi, Martino, Zahn, Benewitz, La Regina, Vales, entre otros, que luego de desembarcar en el puerto de Cabo Raso, o de llegar arreando ganado desde el Norte, se dirigen a tierras cercanas para poblarlas.

Un hito que marcará el inicio de una futura población lo representó la inauguración de la Oficina de Correo y Telégrafo, iniciativa del vecino Ricardo Fischer quien dona un lote para su construcción. Resulta emotivo al respecto el relato de Juan Trucco, nieto de Juan Antonio Trucco, primer Jefe de Correos de Cabo Raso, cuando describe el contexto en el que su abuelo llegó a estas costas: “Mi abuelo era italiano, nacido en Fossano… Como hijo de una familia de once hermanos, a medida que iban creciendo, se iban formando, buscaban su futuro y así comenzó a trabajar en el puerto de Santa Fe. Ahí le comentaron de la posibilidad que había en Buenos Aires de integrar un grupo de gente que en un barco saldría hacia el sur. Lo organizaba el gobierno nacional, el general Roca era el presidente de la Nación, la idea era armar el telégrafo desde Rawson, que ya era capital del territorio, hasta Comodoro. Así es que se embarcaron ahí, comentaba que eran cerca de 200 personas. Desembarcaron en Puerto Madryn y de ahí llevaban las carretas, los caballos y todo lo que son las casillas que actualmente se ven… Después de llegar mi abuelo en esa caravana se instaló en Cabo Raso en esa casilla que tenía, como te decía, oficina, un par de dependencias más y la letrina afuera. Ahí vivía él y mi abuela. Lo dejaron con un winchester, un par de caballos, el recado y la obligación de quedarse ahí a recibir telegramas. El 26 de diciembre de 1900 se inaugura el correo, el primer telegrama fue del general Roca, lo recibió mi abuelo y está escrito con puño y letra de él que entendía el código Morse, bueno lo recibe y a caballo se lo entrega a Fischer en la estancia y quedó ahí enmarcado”.

La primera dotación de empleados de la Oficina de Correo y Telégrafo estará conformada por Juan A. Trucco como jefe y Claudio Pereyra Camargo como guardahilos, constituyéndose ambos en los primeros pobladores del pueblo. En 1902 se suma como pobladora la señora Elia María Irigoyen, esposa de Trucco y un año después la primera hija del matrimonio Celia María, nacida en Cabo Raso.

El paulatino crecimiento poblacional, de vecinos que atraídos por distintas motivaciones y actividades se van asentando, hará necesaria en adelante una mayor presencia del Estado en estos parajes.

(continuará)

Notas

(1) Entrevista a Rolando Heinken – Enero/2021

(2) Revista Chubut Fuerza Viva N° 94 – Julio/1982

(3) “Pioneros de la Costa del Chubut” de Isabel Caminoa de Heinken – 2001

(4) Entrevista a Juan Trucco – Mayo/2021