El rey francés de la Araucanía y la Patagonia (segunda parte)

El segundo intento de Orellie Antoine Tounens para establecer su reinado comenzó en 1869. A bordo de una nave de la armada francesa, Tounens desembarcó en las costas de la Patagonia.

“Orellie Antoine 1º, por la gracia de Dios y la voluntad de los indígenas del extremo sur del continente americano, Rey de la Araucanía a todos, presentes y por venir, ¡salud!” (1)

El segundo intento

El segundo intento de Orellie Antoine Tounens para establecer su reinado comenzó en 1869. A bordo de una nave de la armada francesa, Tounens desembarcó en las costas de la Patagonia desde donde siguió –con la ayuda de algunos caciques y gauchos– el curso del río Negro hasta la isla de Choele Choel. Allí lo aguardaba el cacique Lemunao, enviado por el cacique Kilapán. Con él ingresó nuevamente a Chile.

Enterado el coronel Cornelio Saavedra –quien comandaba las operaciones contra los araucanos– del ingreso de Orellie a territorio chileno, con la anuencia del gobierno de Chile convocó a una reunión a indígenas adeptos al Estado. De aquella reunión participaron unos 1200 indígenas –con 60 caciques a su mando– quienes manifestaron adhesión al gobierno de Chile. En ese contexto Saavedra ofreció por la cabeza de Tounens “dos almudes o cutamas de pesos fuertes, autorizando a difundir esta oferta por todos los límites de la tierra.” (2)

Pese a esto, los caciques arribanos encabezados por Kilapán y Mintri, adhirieron a Tounens y comenzaron a trabajar activamente para sublevar a todas las reducciones mientras que Antoine 1º aseguraba la inminente llegada de un barco con recursos y elementos que le asegurarían el triunfo.

Frente a esta situación las autoridades chilenas –que comenzaban a considerar en peligro la soberanía nacional– decidieron actuar. El gobierno chileno reforzó las tareas tendientes a fortificar el área comprendida entre los ríos Imperial y Tolten y se abocó a mejorar la red de caminos en la Araucanía, a la vez que insistió para que los principales caciques confirmaran su adhesión al gobierno nacional. El coronel Cornelio Saavedra encabezó las operaciones militares: una división del ejército atacó en el norte, sur y oeste, en forma combinada, a las tribus arribanas, que huyeron sin ofrecer resistencia.

Enterado el francés de estos hechos, y temiendo ser traicionado y encarcelado a cambio de una recompensa en dinero, huyó a la Argentina, haciendo escala en las Salinas Grandes, donde se entrevistó con el poderoso cacique salinero Calfucurá y con el coronel argentino Murga. De allí se dirigió a Bahía Blanca y luego a Buenos Aires, desde donde partió a Francia en 1871.

Tercer y cuarto intento

Establecido nuevamente en Europa Orellie se dedicó a difundir su proyecto y recorrió Francia e Inglaterra buscando adhesiones y colaboración. Su reinó tenía bandera, escudo, constitución, documentación y proclamas. Tounens también había acuñado moneda –todas con su nombre–, creado una nueva orden de caballería e instituido la Orden de la Cruz del Sur, además de prometer “hacer caballero” a todo periodista que defendiera su causa. Comenzó entonces una campaña en busca de esposa y de población estable para sus dominios en la América austral.

El tercer viaje de Tounens con el propósito de establecer su reinado en la Araucanía y la Patagonia se llevó a cabo en 1874. Si bien reconstruir ese periplo resulta complejo, debido a lo contradictorio de las versiones, en general hay consenso en afirmar que llegó desde Montevideo a Buenos Aires bajo el seudónimo de Juan Prat, como empleado de una compañía comercial organizada por la casa de banca Nociles Carter y Cía. que patrocinó el viaje con la esperanza de obtener beneficios de la empresa colonizadora. Una vez en Buenos Aires Orellie se dirigió a Bahía Blanca y  desde allí hasta la Patagonia, primero con una caravana de comerciantes de cueros y luego de a caballo por las pampas para ir entrevistándose con las comunidades indígenas.

El coronel Murga, que se encontraba en la región, creyó reconocer en Juan Prat al rey francés y alertó al gobierno nacional de su presencia y de la agitación indígena que la llegada del galo producía en el mundo indio. Las autoridades dispusieron su arresto y Tounens fue trasladado a Carmen de Patagones y puesto bajo una estricta vigilancia por lo que él y su comitiva decidieron regresar a Francia.

El cuarto intento se realizó en 1876. Llegó a la ciudad de Montevideo con un único acompañante y de allí se dirigió a Buenos Aires. Realizó sin éxito gestiones ante el gobierno argentino para que le adjudicaran una parcela con el objetivo de establecerse como colono agrícola en el Valle Medio rionegrino. Negada esta petición viajó a Azul para entrevistarse con tribus amigas, pero sorprendido comprobó que era otra la situación y que se habían modificado las relaciones entre blancos e indígenas, ya que la inminencia de la conquista militar del territorio y la ocupación de este por parte de muchos colonos había cambiado por completo el escenario y la relación de fuerzas. Esta situación y una dolencia persistente que minó su salud hicieron que, tras estar internado varios meses en el hospital Francés de Buenos Aires,  regresara a Francia en 1877.

Una vez de regreso en territorio francés, convertido en un empleado municipal, murió pobre y solitario apenas un año más tarde. Su sepulcro fue costeado por la Municipalidad de Tortoirac y en su lápida reza la leyenda “Aquí reposa Tounens Orellie Antoine 1º, Rey de Araucanía y Patagonia.”

La sucesión al trono

Tras su fallecimiento en 1878 –el mismo año en el que muriera el toqui Kilapán– hubo algunos intentos de replicar el proyecto de Antoine Orellie Tounens en otros puntos de América. En un territorio que disputaban Francia y Brasil ubicado en el noreste de la América del sur, Jules Gros, célebre expedicionario francés, creó otro reino declarándose primer presidente de esa pequeña y efímera república. Y en 1884, el ciudadano francés Clemente Cabanettes, fundó en pleno desierto lo que hoy es la ciudad bonaerense de Pigüé.

En cuanto al reinado de la Patagonia y la Araucanía, a Tounens lo sucedió, según su propio testamento, Gustavo Aquiles Laviarde (3) –al parecer su primo segundo– quien tomó el nombre de Aquiles 1º. En París anunció su programa “moral, civilizador y liberal” y asumió como rey. Bajo ese título recibió a los enviados del Sha de Persia, a quienes dio condecoraciones de su reino, en una gran recepción.

Aquiles 1º murió en marzo de 1902 sin haber viajado jamás a la Araucanía y la Patagonia que reconocía como propias. El hecho de no conocer los territorios sobre los que reinaba no le impidió nombrar funcionarios, otorgar títulos nobiliarios y solicitar apoyo para su empresa en los países europeos. Muerto Aquiles 1º lo sucedió el doctor Hippolite Cross, quien murió al año siguiente. Desde entonces, la sucesión al trono ha sido ocupada por parientes de Tounens.

La corte en exilio del reino Arauco-patagón subsiste hasta hoy y reside en París, pero ya no posee un carácter reivindicativo de las tierras, sino que cobija en un centro de estudios araucanos, quienes, alguna vez, contaron así la experiencia del  rey galo:

“(Orellie) dijo a los indios: que había montado a caballo para que le reconociesen como rey; que el gobierno les estaba robando sus tierras (…) que el venía de Francia a ser rey de la tierra (de los araucanos) para defenderles sus terrenos y que tenía veinte mil pesos. (…) Los indios después de oír esta relación decían: ¿De dónde ha salido este rey? ¿Quién lo mandó? ¿De dónde viene? ¿Cómo anda solo, que no tiene siquiera un capitán? ¿O será loco o será brujo? (…) En seguida lo nombraron rey.” (4)

De lo expuesto, puede inferirse que una verdadera operación de prensa, tanto argentina como chilena convirtió al intento de Orellie Antoine de Tounens en una farsa que llevaba a la risa, aunque en realidad creemos tener evidencias para demostrar que tanto Francia como Argentina y Chile tomaron las pretensiones de Tounens en el extremo sur mucho más seriamente de lo que simulaban.

Armando Braun Menéndez sostuvo que “Si en un punto de nuestra geografía e historia americana, el Rey Orelei (sic) hubiese luchado junto al criollo latino por su independencia y libertad, por la entrega y valentía que solo él demostrara, habría pasado a integrar la larga lista de héroes, libertadores y padres de la patria, donde el origen étnico o la procedencia extranjera no fue nunca un requisito previo.”

Ni tanto ni tampoco. Quizás la empresa de Tounens tuvo algo de todo: de empresa comercial, de pretensión imperial, de independencia indígena, de magia, de locura, de sueños inconclusos.

Notas

(1) Encabezado de la real cédula expedida por Orellie Antoine Tounens, por la que se otorgaban títulos de nobleza a aquellos que colaboraran con su reino.
(2) En Galatoire, Adolfo. Quién fue rey de la Patagonia. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, 1972.
(3) En otra documentación figura con el nombre de Gustavo Xavier Laviarde D´Alsene, y se le adjudica una gran fortuna heredada de su padre.
(4) Testimonio de la reunión de Tounens con caciques de la Araucanía el 22 de diciembre de 1861. Citada en Sociedad Chilena de Historia y Geografía (1927).

Bibliografía sugerida

Beramendi, Jorge Fernando. Orellie–Antoine I, rey de Araucanía y Patagonia. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1972.

Braun Menéndez, Armando. El reino de Araucanía y Patagonia. Eudeba. Buenos Aires, 1967.

De Tabbusch, Berta. El intruso. Ediciones Selectas. Buenos Aires, 1967.

Galatoire, Adolfo. Quién fue rey de la Patagonia. Plus Ultra. Buenos Aires, 1972.

Sarramone, Alberto. Orellie–Antoine I. Un rey francés de Araucanía y Patagonia. Biblos. Buenos Aires, 2005.

 

* Laura Méndez es docente e investigadora de la carrera de Historia de la Universidad Nacional del Comahue sede Bariloche.