Somos bosque

Les propongo adentrarnos en el bosque, caminarlo, respirar su aliento, escuchar sus latidos y sonidos, observar los animales y los hongos que lo habitan y detenernos a reconocer algunas de sus plantas características.

La Revista Todo se distribuye en localidades vecinas al bosque andino-patagónico y seguramente ustedes, sus lectores, lo visiten seguido, hayan ido alguna vez o quizás a partir de estas líneas se den la oportunidad de conocerlo.

Les propongo que nos adentremos en él y lo caminemos, respiremos su aliento, escuchemos su latido y los sonidos que lo habitan, observemos los animales que viven allí, las formas y colores del reino fungi –compuesto por hongos, mohos y levaduras– y nos detengamos a reconocer algunas de sus plantas características.

Los bosques andino-patagónicos, llamados también bosques subantárticos, se extienden a ambos lados de la cordillera de los Andes, en el extremo sur de Sudamérica, abarcando en Argentina las actuales provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se originaron hace 45 millones de años en el antiguo bloque continental Gondwana, de donde surgieron los ancestros de todos los bosques de Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda, Tasmania y Sudáfrica. Son los bosques más australes del planeta. Su superficie abarca aproximadamente 3.300.000 hectáreas de una riquísima biodiversidad.

Habitualmente asociamos al bosque con los árboles que son componentes importantísimos de su trama, pero este tejido boscoso está integrado por una diversidad vegetal tremendamente rica que los invito a conocer.

Habita la caña colihue, coligüe o koliwe en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, formando koliwales en los claros boscosos y también acompañando a los imponentes coihues y alerces. Su nombre botánico es Chusquea culeou. El nombre chusquea viene de chusky, término muisca –pueblo originario que habitó el centro de la actual Colombia– que significa “caña”.

Son plantas herbáceas conocidas también como bambúes y parientes de otros bambúes que habitan en Asia, África, Oceanía y América. En nuestro continente crecen desde México e Islas del caribe –al norte– hasta nuestros bosques andino-patagónicos. Son cañas simples, macizas –a diferencia de otros bambúes que tienen tallo hueco– que miden de 2 a 8 m de altura, rectas o apenas arqueadas, de corteza lisa y dura, de 2 a 4 cm de diámetro en la base. Sus hojas, que nacen de los nudos, son delgadas, lanceoladas y de bordes ásperos. Las inflorescencias están compuestas por espiguillas dispuestas en racimo. La caña coligüe tiene la particularidad de florecer cada 60 a 70 años, y luego de este hermoso evento y de haber dispersado sus frutos la planta muere. Un dato muy interesante es que, a diferencia de otras nativas del bosque, su crecimiento es muy rápido, pudiendo crecer 10 cm por día.

Usada desde siempre por los Pueblos Originarios con quienes comparte territorio e historia, la vara de la caña coligüe ahuecada en manos de los mapuche se transforma en un bonito instrumento musical de viento llamado “trutruka” en alusión al sonido que produce. También sus semillas han sido usadas como alimento desde siempre, molidas como harina para elaborar tortillas y otras preparaciones y también como granos agregadas a diferentes guisos y sopas. Sus brotes basales, que nacen en la primavera, cuando están tiernos y miden aproximadamente 10 cm de largo, se pelan hasta encontrar el centro del tallo, cuya consistencia es más blanda, y se cocinan al vapor, asados al fuego o hervidos.

La majestuosidad de los helechos nos sorprenderá en nuestra visita al bosque. Es importante tener presente que en Argentina la cantidad de especies de helechos es escasa, pero juegan un papel fundamental en el ciclo del agua de los ecosistemas. Se cuentan 33 géneros de helechos, con 79 especies, la mayoría de las cuales crece en el bosque andino-patagónico.

Son los helechos un grupo de plantas sin semillas con hojas llamadas frondas, habitualmente grandes y pinnadas –sobre un eje se disponen un montón de hojitas como si fuesen los pelos de una pluma– aunque estas hojas se encuentran enrolladas en su etapa de crecimiento desplegándose a la vida a medida que se van haciendo adultas. En el envés de las frondas maduras se encuentran estructuras esféricas rojizas llamadas “soros” que contienen las esporas (semillas). Crecen en ambientes terrestres y acuáticos, a la gran mayoría le gusta vivir en las húmedas sombras boscosas, aunque algunos como la doradilla prefieren las grietas rocosas expuestas al sol y al viento.

Es la doradilla un helecho pequeño de aproximadamente 30 cm, de pecíolos largos y oscuros que contrastan con sus hojas claras en el envés y con pelos rojizos en su cara inferior de márgenes replegados con soros protegidos en el interior del repliegue. Su nombre botánico es Cheilanthes glauca. Sus hojas, en decocción, se usan para lavar heridas como cicatrizante y también puede beberse para mejorar la función del hígado y los riñones.

En lugares muy húmedos, a lo largo de cursos de agua y en el piso pantanoso del bosque encontraremos –destacándose por sus grandes hojas– al quilquil o costilla de vaca que llega a medir hasta 2 m de altura. Su nombre originario en mapudungun hace referencia a una “mata”, mientras que el castellanizado fue puesto por los colonizadores españoles que vieron su fronda similar a las costillas de un esqueleto vacuno. Es un hermoso helecho nativo cuyo nombre botánico es Blechnum chilense. Lavando los ojos con la infusión de sus hojas se alivian irritaciones oculares.

Un hermanito más pequeño del quilquil tapiza los suelos del bosque. Es el punque o pinque, un helecho perenne de frondas pequeñas. Su nombre botánico es Blechnum penna marina.

Uno de los helechos más conocidos es el pereg, llamado también hoja de cuero. Su nombre botánico es Rumohra adiantiformis y es la especie de helecho más recolectada en la zona andina para arreglos florales. No se encuentra en vías de extinción, pero está amenazada por su excesiva y continua recolección que se practica desde los años ochenta. En 2002, tanto en Río Negro como en Chubut, se produjo la intervención del Estado sobre su recolección que debe realizarse bajo ciertas normativas de protección. El pereg o helecho hoja de cuero mide de 30 a 60 cm de altura y se caracteriza por tener frondas duras como el cuero, brillantes y siempreverdes.

El bosque es vida, es diversidad, es belleza. Solo sintiéndonos bosque podremos vivenciar su inconmensurable valor.

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