Todo florece

En esta Tierra que rueda y danza con el Sol celebramos una nueva primavera. En una Patagonia tan diversa, el tiempo de las flores llega para quedarse por varios meses, invitándonos a conocer las diferentes regiones del sur del país.

En esta Tierra que rueda y danza con el Sol celebramos una nueva primavera. La Patagonia, desde las altas cumbres hasta la orilla del mar y desde el norte hacia el extremo sur, florecerá.
Las plantas nos invitan al disfrute al estimular nuestros sentidos regalándonos belleza con cada flor que nace.
En una Patagonia tan diversa, el tiempo de las flores llega para quedarse por varios meses, invitándonos a conocer las diferentes regiones del sur del país.
La estrellita del campo es una de las primeras que abre sus flores a la primavera. También se la conoce como chaleo, cebolla de campo o cebolleta, nombres dados por las diferentes comunidades rurales de la Patagonia donde se la encuentra. Su nombre botánico es Tristagma patagonicum. Etimológicamente la palabra Tristagma es el resultado de la combinación de los términos griegos “tri” y “stagma” que hacen referencia a las tres gotas de néctar que exuda el ovario de la flor. Es una hierba perenne que mide aproximadamente 10 cm de altura, con hojas lineales, largas y finas. Cada planta presenta una o dos flores blancas con forma de estrella de seis puntas en cuyo centro se encuentran las anteras amarillas. El bulbo, de forma alargada, es muy similar en forma y sabor a una cebolla pequeña, se come crudo o cocido.
Flota en los aires de las planicies secas de la Patagonia el aroma del macachín convocando a los polinizadores esteparios a la danza primaveral. Conocida también como chachil o papita de los arenales, lleva por nombre botánico el de Arjona tuberosa. Es una planta herbácea perenne nativa de América del Sur, que llega a medir 20 cm de altura, con tallos erectos cubiertos de pelillos que se ramifican desde la base como brazos de un candelabro cubierto de hojas pequeñas imbricadas, anchas en su base y con ápice agudo. Cada primavera abren sus flores blanco liláceas agrupadas en el extremo del tallo central. Los selk´nam, aonikenk y mapuche buscaron alimento desde siempre en sus raíces tuberosas. Sus papitas dulces pueden comerse crudas, cocidas y hasta agregarlas al agua del mate para darle sabor dulzón.
En las cumbres montañosas abre sus flores el cuye colorado, celebrando también el tiempo de la primavera. La Oxalis adenophylla –así su nombre botánico– es una hierba que mide de 10 a 15 cm de altura, crece de bulbos y sobre la tierra hace una pequeña mata redondeada de hojas en forma de corazón, pero plegadas, algo suculentas y de sabor acidulado. Esta habitante de las alturas se llena de unas bellísimas flores de 5 sedosos pétalos de color rosado o violáceo claro. En el verano se recoge su parte aérea, se cocina en una sartén sin ningún vehículo graso hasta que quede como un “sancocho”, se vuelca sobre una piedra y se deja deshidratar al sol hasta que quede dura y fija. Ésta “tortilla de cuye” se usa para bajar la fiebre y mejorar los estados gripales tomando una pequeña porción de la misma, colocándola en un jarro con agua y llevándola a hervor de 3 a 5 minutos. La tortita de cuye, guardada en lugar fresco y seco, dura hasta el próximo verano.
Habita en claros del bosque y en los matorrales de regiones húmedas, desde el sur de Neuquén hasta Tierra del Fuego, la arvejilla patagónica, alverjilla o arvejilla magallánica. Es una hierba trepadora, aunque también la encontramos arrastrándose por el suelo. Presenta tallos cilíndricos y tienen hojas compuestas, lanceoladas, algo duras y abiertas en dos. De la base de las hojas salen los zarcillos que buscarán amarrarse a lo que encuentren para extender la belleza de la planta. Las flores, grandes, violetas y muy perfumadas, aparecen en racimos en los extremos de los pedúnculos. Dos de los pétalos adoptan la forma de “alas”, como las de una pequeña mariposa. Florecen desde noviembre a enero. El fruto madura entre febrero y marzo. Es una legumbre que al secarse estalla y libera sus semillas redondas y deliciosas que se cocinan igual que las arvejas comunes a las que se asemejan.
En las orillas de arroyos y zonas mallinosas también brota la primavera. Podemos encontrar plantas semiacuáticas como el berro dulce, que no es el berro que compramos en las verdulerías pero comparte su nombre debido al parecido de las hojas. Su denominación botánica es Erythrante glabrata y se lo conoce también como berro amarillo. Es nativo de los países andinos, desde Colombia hasta Argentina y Chile. En nuestro país se lo encuentra desde Jujuy hasta Chubut. Esta hierba mide de 10 a 20 cm de altura y da unas hermosas flores amarillas bilabiadas con puntitos rojos en su interior. Las hojas son opuestas, ovadas y dentadas en los bordes, se comen crudas en ensaladas y también se agregan a sopas. En vegas y mallines de Mendoza, Neuquén y Río Negro se encuentra también el Mimulus cupreus, conocido como flor del cobre o mímulo rojo, usado también como alimento en ensaladas. Difiere del berro dulce por ser de mayor tamaño y tener flores rojizas a cobrizas.
Florece en los mallines de Neuquén, Río Negro y Chubut la eufrasia. Su nombre botánico es Euphrasia meiantha. Es una pequeña hierba nativa de la Patagonia de hojas trilobuladas y carnosas. Sus hermosas y pequeñas flores bilabiadas son blancas con centro amarillo. El nombre Euphrasia proviene de la palabra griega euphrosyne que significa alegría y precisamente la bautizaron así porque las personas se alegraban al recuperar la visión gracias a las virtudes de esta planta que tiene el poder de sanar las dolencias oculares, desde conjuntivitis a diferentes inflamaciones de los ojos.
Primavera es el tiempo de esplendor de la Vida donde todo florece.